El ejercicio físico
no sólo fortalece al cuerpo, permite un mejor desarrollo mental, emocional y
social
El cuerpo humano está diseñado para
moverse y desarrollar una actividad muy vigorosa que incluye los movimientos
voluntarios, es decir los que nos permiten desplazarnos y hacer todo lo que
queremos y los involuntarios como los que realizan el cerebro, el corazón y los
demás órganos vitales.
Sin embargo, la vida moderna está
limitando cada vez más nuestra actividad y lo podemos percibir fácilmente si
comparamos el ejercicio que hacían nuestros antepasados, cuando tenían que
trasladarse de un lugar a otro utilizando sus piernas y el que hacemos ahora,
que existen vehículos, aparatos de control remoto, escaleras eléctricas o
elevadores que sin bien nos proporcionan mucha comodidad, también evitan que
nuestros músculos se muevan y realicen ejercicio. Además muchos de los trabajos
modernos se realizan de forma sedentaria y peor aún en posturas rígidas durante
largas horas del día.
Esto ha ocasionado que nuestros
músculos sean más débiles y soporten menos toda la actividad diaria, que el
agotamiento físico se presente con mayor frecuencia y facilidad y que nuestros
órganos como el corazón, no trabajen a su máximo posible.
La realización de ejercicio físico
no tiene límite de edad, mientras más pronto se establezca como parte de la
rutina diaria, más fácil será desarrollar el hábito.
Así, desde el nacimiento se pueden realizar con el
bebé algunos ejercicios sencillos para fortalecer sus músculos y ayudarlo a
desarrollar posturas correctas, durante la infancia y adolescencia favorecen el
crecimiento y desarrollo integral adecuado, en la vida adulta ayudan a prevenir
muchas enfermedades y las personas mayores pueden también fortalecer sus músculos
y huesos para evitar entre otras enfermedades la osteoporosis o la rigidez
muscular.
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